¿Puede el Stress ser una causa de Infertilidad?
El stress, que traducido al español podemos definir como síndrome general de adaptación, se origina en cualquier situación que se interprete como amenazadora. Incluso una alteración de la tranquilidad causada por un evento menor, hará que aumente la fuerza del corazón al bombear sangre, que la presión arterial se vea elevada y hasta una súbita transpiración fría nos empape el cuerpo.
Nuestro organismo está preparado para recomponerse en forma bastante rápida de estas situaciones repentinas que a diario pueden suceder. Las condiciones cambian cuando este estado de intranquilidad se prolonga en el tiempo: el organismo trata de recuperarse sin conseguirlo y puede haber nuevas amenazas como falta de concentración, alteraciones del sueño, depresión e incluso mayor predisposición a las enfermedades comunes.
Sabemos que el stress crónico llega a modificar algunas hormonas que son necesarias en el proceso de la ovulación. Así, es frecuente tener alteraciones menstruales frente a situaciones de vida desagradables o de mucha exigencia.
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¿El Estrés causa mi infertilidad?
Como explicaba en el párrafo anterior, algunos cambios causados por un estado de alteración nerviosa podrían modificar el proceso ovulatorio. Sería más sensato preguntarse: ¿Mi estado de infertilidad me causa stress? Y sí, seguramente es aquí donde vemos que puede haber una relación más directa entre causa y efecto.
Cuando la pareja decide realizar tratamientos para lograr el embarazo, las cargas de ilusión frente al mismo son grandes y, a veces sobredimensionadas, de modo que, si el mismo fracasa, la menstruación que lo evidencia trae consigo una gran decepción, lo cual es también causa de stress.
El bebé que no llega es un problema que involucra muy de cerca a la pareja, el desconocimiento de lo simple o complejo que puede ser la solución, la incertidumbre de saber si tiene o no remedio, son factores que indudablemente llevan a un estado de alteración e inseguridad.
¿Qué podemos hacer entonces?
Creo que lo más adecuado fundamentalmente es comunicarse, buscar soluciones, no encerrarse en la dificultad sino, por el contrario, derribar las barreras que nos encierran en el problema.
Hablarlo en pareja primero y decidir abrirse juntos, contactar a continuación especialistas en el tema, no “enloquecer”. Esto no sólo no aporta soluciones, sino que dificulta cualquier intervención profesional
Y estar seguros, por sobre todas las cosas, que la mayor parte de los casos de infertilidad conyugal tienen solución con los avances actuales.
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