Medicina Reproductiva Córdoba: Infertilidad y Subfertilidad
Hablamos de infertilidad o subfertilidad cuando una pareja, después de mantener relaciones sexuales en forma regular y sin utilizar métodos anticonceptivos durante un año, no es capaz de lograr el embarazo. Esto ocurre en alrededor del 10 a 15% de las parejas en edad reproductiva.
Denominamos subfertilidad, en sus diversos grados, a las alteraciones de diverso tipo que se detectan y no son causas de imposibilidad total de embarazo, sino sólo de una menor posibilidad de lograrlo. Éstos, cuando son bien diagnosticados, pueden corregirse con una amplia gama de tratamientos disponibles de Reproducción Asistida.
La Medicina Reproductiva moderna considera que en la totalidad de los casos la dificultad para gestar es un problema de pareja, dado que cada individuo posee un potencial o capacidad de fertilidad determinado por la suma de varios factores que interactúan con los del otro.
Cuadros comunes en la mujer:
Endometrosis
Anovulación
Obstrucción de las trompas de Falopio
Cuadros comunes en el varón:
Varicocele
Azoospermia
Cuadros comunes de ambos miembros de la pareja:
Alteraciones inmunológicas
Esterilidad sin causa aparente (ESCA)
Aspectos psicológicos de la infertilidad:
El factor psicológico se encuentra siempre presente en mayor o menor grado en todas las parejas que consultan por infertilidad. Sin embargo, resulta muy difícil decir en qué grado está influyendo en forma negativa en un caso particular. Así, también resulta difícil distinguir si el factor psicológico es causa o efecto del problema.
Es conocido que existen factores psicológicos que pueden alterar la regulación hormonal y como consecuencia, producir trastornos del ciclo menstrual. Asimismo, muchas veces los estudios y tratamientos ocasionan trastornos en la esfera sexual, ya que la relación se transforma en una obligación para cumplir el objetivo deseado.
Las parejas pueden reaccionar de distinta manera ante el diagnóstico de infertilidad o subfertilidad. Inicialmente, es frecuente que se sientan sorprendidos de que a otras parejas les sea fácil tener un hijo, cuando ellos lo han estado intentado durante un período de tiempo más extenso. Otras reacciones posibles son el enojo, el aislamiento de familiares y amigos, los conflictos de pareja, el sentimiento de culpa, la depresión, etc.
Por esta razón, todo lo que se pueda hacer para mejorar el aspecto psicológico va a redundar en beneficio de la pareja, independientemente del resultado final. Muchas parejas logran llevar mejor la situación a través del acompañamiento con algún profesional especializado o de la participación en grupos de apoyo.
Abortos recurrentes:
Los abortos espontáneos durante el primer trimestre del embarazo no son infrecuentes. Se calcula que aproximadamente se pierde el 15% de los embarazos clínicos (aquellos que fueron diagnosticados por ecografía). La mayoría de las parejas que han perdido un embarazo logran luego un nuevo embarazo y nacimiento sin mayores dificultades. Sin embargo, un porcentaje de parejas tienen abortos en forma repetida.
Las causas de estas pérdidas pueden ser varias. La más común es la mala constitución de los cromosomas del embrión. Esto se puede deber a que alguno de los padres presenta una alteración genética que origina gametas (espermatozoides u óvulos) anómalas y como consecuencia, el embrión no puede desarrollarse normalmente.
Pueden existir anomalías en la cavidad uterina (defectos anatómicos, fibromas, adherencias, etc.) que dificulten el crecimiento embrionario. Algunas mujeres pueden tener incompetencia en su cuello uterino, lo que favorece las pérdidas embrionarias.
Las infecciones crónicas pueden generar un ambiente uterino desfavorable para el crecimiento del embrión. En otras situaciones, la mujer presenta un nivel de hormonas menor al necesario para mantener el embarazo. Actualmente se conoce que pueden existir factores inmunológicos por los que la mujer puede rechazar los embriones.
Todos estos factores son necesarios de estudiar en aquellas parejas que perdieron 2 o más embarazos. También pueden ser causas de que algunas parejas no se embaracen en repetidos ciclos de fertilización in vitro, a pesar de haber formado buenos embriones.
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